La gran verdad

Y me adentré en aquellos mundos de ultratumba sin tener conciencia de lo que me encontraría por allí. Tenía una vaga idea de lo que se localizaba en aquel paraje, pero nunca me imagine que, tras pasar el gran corredor lóbrego, una luz se asomaba para dar paso a un gran cielo azul sin nubes.
Totalmente virgen.
- Pero... Donde estoy? - me pregunté mientras sentía la hierba verdosa colándose entre los dedos de mis pies.
No sabía si esto era un sueño o no la realidad, pero los hierbajos comenzaban a ser más ásperos y, con ello, a adentrarme en el valle del olvido.
Olvidar lentamente  o de una manera rápida, me daba igual. Sólo sabía  que, a cada paso que daba, poco reconocía mi propia silueta y mi propio nombre.
- ¿Quién soy?
- Eres tú. Tu tan brillante como siempre. Tú tan luchadora como especial. Eres quien eres. Recuerdalo siempre
La voz tenue y dulce se disipó como si fuera una suave brisa de verano vaticinando la llegada de la estación lluviosa.
Cada montón de hierba destrozada, cada visión oscura y tenebrosa me hacían sentir mal y desganada.
El olor a azufre se colaba en mi interior de una manera dura y sofocante.
Esto es el infierno.
El inframundo. El interior más recóndito del Tártaro.
Y de ahí no había salida.
O eso es lo que pensaba.
Poco a poco, una pequeña pendiente comenzó a empinarse y, con ello, a resplandecer algo en la lejanía. Unas puertas doradas esperaban a ser abiertas por mi con muchas ganas.
-Ya estas ahí. Tú puedes, campeona - vitoreaban insistentemente estas con admiracion.
Las ganas de desfallecer eran inmensas, pero no podía rendirme ya.
Ahora no.
Los pasos eran costosos y, con ello, el peso de mi cuerpo. No tenía ganas de seguir caminando.
Quería dormir.
- No te rindas. Ya estás cerca.
Las voces comenzaban a ser un breve borvoteo en mi canal auditivo. Débil. Pausado.
Ya era la hora.
- No vas a quedarte aquí.
Los brazos de alguien me sujetaron fuerte para que no cayera y, andando decidido, siguió el camino hasta mi destino.
- ¿Quién eres? - pregunté confusa.
- ¿Yo? Me has creado tú. Deberías saberlo.

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